jueves, 9 de julio de 2015

Entrevista a Philippe Claudel: "La literatura es un lugar de encuentro"

           
        
El escritor pasó por Buenos Aires, donde charló
con el público de la Alianza Francesa.
              
“Cuando nos encontramos con el texto de alguien que sentimos un hermano, se suprime el sentimiento de soledad, el más genuino y profundo de los sentimientos” sostiene Philippe Claudel. En diálogo con Perfil, el escritor francés señala que, a su modo de ver, la literatura es como una bomba de tiempo: no tiene efecto inmediato. “Un libro no va a cambiar el mundo, la sociedad ni la mentalidad de una época; no lo va a hacer en un instante ni tampoco en meses. Pero sí los  libros –muchos de ellos– pueden modificar profundamente nuestra percepción de la realidad, de los otros, incluso de nosotros mismos.” La literatura, afirma, tiene una influencia subterránea, lenta.  Y ayuda a vivir. Para este escritor, profesor y cineasta, la literatura, no sólo es un arte del esclarecimiento sino también un arte que reconforta.
            Dueño de una escritura en la que las elipsis logran  un gran poder de sugerencia, Claudel señala que este efecto no es casual. Compara el libro a une table ouverte, una mesa a la que el autor se sienta primero, pero a la que luego se suman otros, los lectores. “De esa comunión nace el texto; si como autor construyo un libro completamente cerrado, el lector experimentará una gran frustración”, precisa.
            ¿Cómo gesta sus historias, de dónde parten sus novelas?         
            A propósito de La nieta del señor Linh, una de sus obras de mayor repercusión, Claudel cuenta que en esta novela tuvo la intención de mostrar la indiferencia total con que se recibe al exiliado.  Sin embargo esta lectura –una lectura política del libro– nunca se hizo en su propio país. Creado entre 2004 y 2005, cuando en Francia se evaluaba el cierre de las fronteras, en su tierra se lo consideró sólo una historia un poco ligera. Y agrega, decepcionado: “nunca vemos las críticas que nos dirigen”. 
            En principio, había proyectado otro libro. Narraría la historia de un viejo exiliado vietnamita que viendo aproximarse la hora de su muerte  pide a su nieta que retorne a Vietnam por él. Una vez allí, debe escribir cinco textos basados en los cinco sentidos  y enviárselos a su abuelo. Como en esa ocasión el escritor había solicitado una beca para regresar a Vietnam y recoger material para el libro, se vió obligado a presentar una síntesis de la historia completa.  En consecuencia, nunca la escribió: hacerlo había perdido todo interés para él. Tiempo después, La nieta del señor Linh surgiría de ese proyecto de manera lateral.
             Interrogado sobre,  J´abandonne,  novela donde aborda el delicado asunto de la donación de órganos, se repite una situación similar. Claudel se propone escribir un libro para su hija que sea de alguna manera un regalo. Al avanzar, se encuentra frente a una trama oscura y crítica de aspectos de la sociedad actual. “La publicidad tiene el poder de crear vergüenza, sobre todo en los adolescentes, cuando la presión de no llevar tal o cual marca los señala como diferentes”, dice. “Impone el deseo, genera impaciencia, hacer perder muchos rumbos.” Y la televisión, presente en la misma novela, es según Claudel una “invención del diablo”, una maquinaria que empujaría a las personas a decir estupideces. “En la actualidad, nuestros políticos no pueden ser naturales”, agrega.
            A la pregunta de si tiene lo que suelen llamarse las obsesiones del escritor, responde que cree que no. Sí, admite, hubo un tema al que dedicó años de investigación y lectura: el Holocausto. En tanto hombre del siglo XX, durante mucho tiempo pensó cómo fueron posibles las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra,  abordadas en  El informe de Brodeck. “La única conclusión a la que llegué es que no se puede comprender. El hombre es una criatura que ama hacer el mal. Si fuéramos de verdad seres inteligentes, elegiríamos vivir en paz, es más simple. Sin embargo, el impulso de exterminio de otros pueblos y la guerra existen desde que existe la humanidad”, afirma.
            Acerca de sus comienzos como escritor,  admite que si bien durante años, casi treinta, escribía sin cesar, todo lo que salía de su pluma era malo. Resultaba artificial porque aún no había vivido. Entonces, el recurso era atribuirse sentimientos o describir situaciones que no había conocido.  Además, estaba en una edad en la que los modelos  aplastan. En su caso, la influencia omnipresente de Borges, de quien fue gran admirador de joven, lo llevó a escribir cantidad de relatos de inspiración borgeana carentes de valor. Es más tarde, cuando intenta ser él que las cosas se dan un poco mejor. Entonces, a la pregunta de a qué atribuye su éxito, Claudel contesta con humor: “¡A un error, por supuesto. Hay errores felices pero siguen siendo errores. El éxito o el fracaso son inexplicables y arbitrarios en literatura, está lleno de ejemplos en ese sentido”. 
          

Publicado en Cultura Perfil, 1er de febrero de 2015


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